martes, agosto 02, 2011

Desde IRUN hasta DONOSTIA caminando con Kellie

Haciendo alusión a mi apellido y lo popular del caminar, me propongo cada semana una ruta y esta, siguiendo el propósito, aunque sea de manera desordenada de realizar el camino de Santiago por tierras Guipuzcoanas me lleva desde Irún hasta Donostia.
Me acompaña Kellie Stewart que con su delgado cuerpo muestra una fortaleza en resistencia y ritmo que me deja atrás.
El caminar es una forma excelente de ejercicio y los “expertos” dicen que es una actividad ideal. Lo puedes practicar en cualquier circunstancia y lugar. Esta flexibilidad está creando una adicción en mi, que cuando no la realizo me siento mal. Es además gratis, y no se necesitan entrenamientos ni habilidades especiales. Pero tiene más ventajas que percibo; vigoriza mi capacidad física, pero también mi capacidad mental y también la espiritual. Podría seguir argumentando razones, pero por encima de todas estaría la actitud…así que lo primero es querer y lo siguiente hacer…(¡ Pedro Pablo, anímate!)
Nos levantamos pronto y a las 07:20h salíamos desde Artadi por uno de los senderos que acercan hasta el puente de las vías. Cruzamos este y por las vías llegamos hasta la Estación de Zumaia, donde unos jóvenes resacosos vociferaban y otros murmullaban cariños ficticios con exceso de feromonas. Esto a Kellie, le llamo la atención, ya que en Irlanda, los bares cierran pronto y para las dos de la mañana, ya se retiran a sus aposentos.
El tren con su traqueteo nos va mostrando diversos paisajes de la costa y el interior Guipuzcoano y así pasamos por Zarautz, Orio, Usurbil, Errekalde, Añorga, Lugaritz y hasta Donosti llegamos en cuarenta minutos para hacer trasbordo en la Estación de Amara rumbo a Irún, pasando por Pasai, Lezo, Renteria y en otros cuarenta minutos llegamos a Irún.
Nada más salir de la estación, la flecha amarilla que indica el camino nos guía hacia Hondarribia y en su entrada Kellie posa contenta. ( No sé como lo hace esta chica, pero siempre sale con los ojos cerrados en las fotos, y eso que tiene un azul donde cualquier joven pudiera naufragar)
El navegador de mi nuevo reloj, marca la altitud, la velocidad, la distancia recorrida y el ritmo cardiaco. Vamos a buen ritmo y mi corazón bombea. Caminar favorece y fortalece el corazón, disminuye la presión arterial, así que con todo ese viento a favor, recibimos la brisa de las faldas del Jaizkibel.
El camino culebrea y poco a poco nos va subiendo. Una pareja de Múnich, unos valencianos, y unos andorranos son algunos de los peregrinos que encontramos por el camino que como nosotros van reptando por una senda cada vez mas empinada. En momentos se convierte en exigente pero al discurrir por zona sombría se hace más llevadera.
Hay varios tipos de marcha o caminata, la de baja intensidad que sería caminar un kilometro en quince minutos. La intensidad moderada baja a los doce minutos el kilometro recorrido y ya el de intensidad alta, para los el kilometro se lo hacen en ocho minutos. Pero conviene recordar que caminar, pasear, no es una competición, es algo para disfrutar, no debe ser una obligación, sino un placer.
Y con ese goce y tras casi tres horas de ascenso por el Jaizkibel y sus numerosos inquilinos fuimos hablando de Irlanda y “The Basque Country” En el camino y ascenso nos encontramos con muchos seteros que aprovechando las lluvias de Julio recogen la Xixa y el Hongo. En la foto que sacamos, se puede contemplar lo colorido de la Xixa y la grandiosidad de algunos hongos que salen justo cuando el sol aparece después de una buena lluvia.
El camino por Jaizkibel, es irregular y nos hace caminar con precaución. Hemos dejado atrás Guadalupe con su torre puntiaguda y un montón de ciclistas que peregrinos también nos pasan por todos los lados. Estamos alcanzando los 600 metros de altitud y las vistas son preciosas. Se divisa Hendaia y todo Txingudi. Ahora toca bajar, pero el camino empedrado nos obliga a bajar el ritmo, aunque hoy estamos apretando el acelerador y la intensidad es alta.
Nuestros pies no pierden contacto con el suelo, aunque más de un resbalón, nos damos. Conviene utilizar calzado ligero y flexible, que no pese más de medio kilo. Nunca conviene hacer una caminata con calzado, recién comprado…úsalo antes para que se vaya ajustando al pie.
Hemos dejado la desviación de Lezo y en un giro nos encontramos con la fuerza del paisaje con mar, llegamos Pasajes que están en fiesta y el ambiente, la música nos hacen acelerar el paso. En la bajada por las escaleras que hay nos encontramos con una cuadrilla de madrileñas que nos hacen unas fotos y nosotros queremos retratarlas así como aparecen aquí.
El adoquín empinando nos baja y el olor a salitre nos emociona. Hay un soniquete festivo de una peculiar regata de chicas que llama nuestra atención y la de todo pichichi que allí se encuentra.
La flecha amarilla, nos lleva hasta el embarcadero donde Kellie posa y el bote nos pasa a la otra orilla. Desde allí bordeamos todo el mar cantábrico que se muestra tranquilo, arriba el Faro de la Plata y a nuestra derecha la plenitud del Mar o La Mar como quieran llamar, pero el espectáculo es digno de parar y contemplar durante un rato. ¡Que bonito! Click foto al canto, aunque habrá imágenes que sin foto ni nada será difícil de olvidar.
Seguimos ascendiendo y nos encontramos con varios puentes que hacia la veces de acueducto y aunque no sabemos, suponemos que traerían el agua desde algún sitio alto hasta Pasaia.
Estamos cansados, aunque la brisa del mar nos acompañe y el sol se nos pegue. Kellie, esta roja como un tomate, pero en su cara esta la satisfacción de disfrutar del camino, de cada paso, yo también.
EL antiguo trazado del tranvía que unía Ategorrieta y Ulia nos sirve de camino. Allí en Ulia numerosas familias con hamacas y neveras de playa se disponen a disfrutar de un día festivo.
Una cómoda pista nos aparece y estimula nuestros oídos con el bullicio, el alboroto y la muisca de la playa de la Zurriola de San Sebastián. Es emocionante tras todo el esfuerzo y la caminata realizada ver que llegas a tu destino. La bajada es rápida y tras el paseo de la playa, el Kursal y el puente de Donostia, entremos en una frutería para reponer fuerzas y degustar unas ricas manzanas que nos dan la energía para volver a la estación de Amara y allí tomar el tren que nos devuelve al punto de origen, Zumaia y dos kilómetros más de subida hasta Artadi. Ufff, mereció la pena.
www.jabiercalle.com

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