viernes, diciembre 09, 2011

ETAPA desde COMILLAS a SERDIO. Salgo de Comillas por JabierCalle

Desde COMILLAS hasta SERDIO
Era mi última etapa en esta escapada, pero la está viviendo como si fuera la primera, son más de veinte kilómetros los que separan estas dos localidades cántabras, pero con subidas y bajadas que pueden hacer más cansino el camino.
La Posada de Lumaelte, gestionada por Teresa, una mujer más cerca de los setenta que de los sesenta diría yo, si que se me ofenda, tiene la dulzura y delicadeza de las jovenzuelas adolescentes que se ríen con facilidad. Su casa, es un autentico palacio que se ha visto obligada a alquilar por los gastos que conlleva tal edificio y lo reducida que es su familia. Heredo la casa de sus padres, que en pleno centro de Comillas, es un autentico lujo. Por 25€ cama y baño que reponen mis fuerzas de la jornada anterior, refrescan mis sudores con su ducha y me sirvieron de salón comedor con una sardinas acompañadas de espárragos que improvise como cena.
El Albergue de Comillas, en contra de lo que dicen las guías estaba cerrado y en la oficina de Turismo local, www.turismocomillas.com con parcas palabras aunque amables no dan más soluciones que una triste fotocopia acompañada de un mapa que hace que te la juegues. Opte por el recurso local y me acerque al bar más próximo, pedí un café y al verme mochilero enseguida se dieron cuenta que buscaba algo, con la triple B, Bueno, Bonito y Barato. Así llegue hasta Lumaelte, C/ La Corriente, 5, Comillas Teléfono: 942720973
Como digo allí repose de la etapa y allí me desperté para encarar esta etapa. Como digo se presentaba sinuosa y la calle larga que encara la Universidad Pontificia y el capricho de Gaudí a la izquierda muestran la salida hacia el Camino de Santiago.
Por la carretera y junto a un carril de bicis, escoltado por continuo arbolado y con el roció mañanero avanzo hasta Rubarcena que alberga el campo del futbol del equipo de Comillas y con un grafiti bien trazado hace un recorrido en su fachada de los edificios más emblemáticos de Comillas.
Unos metros más allá el cartel de La Rabia, me saca una sonrisa y sigo el giro que este país y la carretera me obligan a la derecha. Entiendo ahora el por qué del nombre de esta localidad mientras atravieso una ría que con sus mezclas de agua dulce y salada recibe el nombre de La Rabia. El paisaje es bonito y digno. Hago unas cuantas fotos y sigo camino.
El andar solo, te hace preguntarte y responderte con la misma velocidad que los mensajeros llevan por las calles de Madrid. Tanta pregunta me abruma y las reposo en mi hipotálamo, mientras las otras partes de mi cerebro siguen con las suyas.
Así paso por Santana, y llego hasta El Tejo, que siendo localidades sin mucho población mantienen el encanto de los lugares norteños con hierba, arboles y espacio.
Me sorprende lo perfecto del paisaje y unos metros más descubro la cuestión, estoy dentro de un campo de Golf, que con un cartel m e indica que estamos en el hoyo 17 y junto al Green del 18. Es el campo de Golf de Santa Marina en La Revilla y ya saliendo sospecho que esta ermita que con campanario, pero sin Jesulin, perdón sin campanas tiene un hermoso árbol que nace del mismo, es increíble que dijera aquel.
Sigue presidiendo mi ruta de hoy los fríos picos de esta Europa sin euros y dotan al fondo de la imagen de una belleza espectacular. Saco pues el objetivo de mi IPhone y jugueteo con el disparador…click, click….
Oigo de continuo el chasquido de las olas y cual avión en despegue, sonorizan todo este recorrido entre La Revilla y El Sable de Meron. Debe ser la playa de Oyambre que con gran longitud acoge la muerte de la Ría de La Rabia.
Mucho del camino andado es por asfalto y para mis dos ampollas, no viene mal, pero…bajando hacia la ría de San Vicente un camino pedregoso vuelve a recordarme que tengo ampollas.
Ver una localidad desde lejos y ver que te estás acercado me hace si querer acelerar el paso. San Vicente de la Barquera, (nunca sabré quien era esta mujer, ya que lo he mirado y nada he encontrado) existía antes de que Bustamante adquiriera una fama por los pelos y los últimos votos, en esa primera edición de Operación Triunfo, pero las fotos de este buen hombre se ven por todos los lados.
Pase por el conocido puente de la Maza y por el menos de no sé qué nombre ahora, para llegar hasta el final del Puerto y hacer un “mandao” de mi amigo Txema. Pero mi gozo en un pozo, porque el Hotel Restaurante Miramar de su amiga y hermana Rosana, está cerrado de Diciembre hasta Marzo y vuelta atrás esos pasos que recorrí.
Aproveche un café local, para desayunar una buena tostada con su zumo y demás. No tuve la pericia de apuntar el nombre pero es fácil de localizar porque esta nada más pasar el puente junto a correos. Allí dos buenas mozas me trataron de maravilla.
Vuelta a los pasos andados recorrí de nuevo San Vicente de la Barquera que bullicioso y con mucho turista muestra que está vivo. Asciendo unas escaleras y siguiendo los indicadores de la flecha amarilla, llego al Albergue El Galeón donde Luis el Hospitalero me recibe con cierta somnolencia que poco a poco va dejando para hablarme de los seis años que lleve allí con su mujer y de los miles de extranjeros que pasan cada año. Este año superara los cinco mil. Con Luis hecho una charleta y sigo porque mi familia, me espera en Serdio donde finaliza la etapa y he quedado.
Las vistas siempre son dientes y algo más atractivas cuando son desde arriba, por eso ahora que fotografió este rio atravesado por el Puente de la Barquera, reflexiono lo fácil que es conocer a una persona, dándole un poco de poder, de altura, de jerarquía…
En fin sigamos con el camino que ya estoy bajando hacia La Acebosa, para ver diferentes campos o canchas del juego tan cántabro como es el Pasabolo. Ahora asciendo un poco y de nuevo bajo hasta el Hortigal, para en un suspiro decirle adiós y dar la bienvenida a la Estrada. Son poblaciones pequeñas y sin transeúntes por sus calles, pero de las que intuyo que tienen buenas fiestas y mejores gentes.
Al ir solo, el ritmo siempre es un poco más rápido y estoy sacando unas medias de siete kilómetros la hora, por lo que me he permitido paradas tranquilas y llego un poco antes sobre el tiempo previsto a Serdio, que con una rifa parroquial en medio del pueblo está lleno de bulla, jaleo y vocerío.
El alberge de peregrinos esta cerca de la iglesia, pero no a nadie. Llamo al teléfono que figura y me remiten a la Junta Vecinal, un pequeño bar donde una mujer entregada, hospitalaria y amable, siente mucho no disponer del sello para mi credencial, y me remite al bar de La Gloria que aunque su dueña está enferma, tiene unas hijas que no lo hacen mal.
Y allí mientras espero a mi familia, disfruto del ambiente y unas patatas bravas cortesía de la casa, para un peregrino que hoy ha terminado su camino.
jabier@lavisita.com
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