martes, abril 10, 2012

Entre Pinares y nieve una semana santa con pasion

Semana Santa entre pinares y nieve

No estudie demasiado filosofía, pese a estar muy unido a ella durante bastantes años, pero ese tiempo me ayudo a entender los Diálogos de Platón y darme cuenta que caminando, pasando las ideas, los pensamientos salen al camino y fluyen como el Piron por el Puente Madera.
Este río sin demasiada relevancia ha sido y lo sigue siendo testigo de muchas de mis reflexiones y pensamientos que buscaban solución a mis preocupaciones. Así y en este marco, aprovechando la estancia en Samboal, aprovecho cualquier escusa para Dialogar cual Platón por estos parajes que son una gran fuente de inspiración.
Aquí en Samboal, esta Miriam Vela, que aun sendo “peguera” como los de Bilbao que nacemos donde nos da la gana ella tiene puesta su vida aquí, sin renunciar a Navas de Oro, localidad próxima a no más de ocho kilómetros. Sote Muñoz y Eduardo Pilar son una de esas parejas para envidiar sanamente…¡Como les envidio! Llevan más de veintiséis años juntos y siguen teniendo la misma pasión que cuando él con veintiuno y ella con diecisiete se juntaron.
Pues en estas circunstancias….con Samboal de fondo, con Edu, Sote y Miriam, da igual donde vayas, por donde camines que el “mientras” esta bien asegurado.
Inicialmente habíamos pensado ira hacia Coca, pero cuando sugerí una ruta que meses atrás había realizado solo por Pinarejos, le gusto la idea. Eran las nueve y media de la mañana y sin ninguna prisa y también sin ninguna pausa pusimos nuestros pies camino del pinar, que como siempre, sorprendente y complaciente había albergado una buena y sorprendente nevada que nadie esperaba.
Por caminos de tierra pero cubierto no más de diez centímetros de nieve, fuimos a paso tranquilo. El pinar estaba bello, guapo, hermoso con esa magia que la nieve otorga donde se posa. Edu y yo nos habíamos adelantado unos metros y por diferentes parajes de los que no recuerdo sus nombres, Edu me iba recordando alguna de las anécdotas cuando él aun vivía en Samboal con sus padres, Luis y la Candelas y la agricultura era su medio de vida. Para mis adentros pensé que no en muchos años, la gente volverá a los entornos rurales y buscara otras formas de vida menos urbanitas.
El trabajo, siempre es un tema recurrente y más a las personas que nos gusta lo que hacemos. A Edu, le gusta lo que hace y aun ahora que con más carga de trabajo ve como sus horas se prolongan, no pierde el brillo en la mirada y su ojo gatuno que tiene. Edu es una gran persona y lo demuestras con su mirada limpia, sin empañar ni desenfocar lo que ve.
Sote y Miriam siguen atrás, no más de veinte pasos y en una de esas miradas de Edu, oteamos los alrededores que francamente son preciosos. No nos damos cuenta de todo lo que tenemos por que muchas veces la velocidad a la que caminamos nos impide ver el detalle.
Aquí.- Habla Edu.- Estaba el Molino, y este canal era el que servia para el agua. Más allá estaban los lavaderos y gente que hoy vive en Samboal, aquí tenía su casa.
El Molino era un pequeño poblado donde una familia aprovechando el cauce del Arroyo Malucas ejercía las labores de molinero. Todavía quedan algunos vestigios, pero no conseguimos ver los lavaderos que antaño tan higiénico servicio cumplían.
Seguimos el camino un tanto despistados por que la nieve ha tapado todos los caminos y apenas atinamos a descubrir cual es el correcto. Saco mi teléfono y con la función de mapa, miramos donde podemos tirar. Aquí en este punto el pinar esta descuidado y tiene árboles desigualmente plantados. No cunde el pánico, ni una sola gota de nerviosismo, cuando digo que siguiendo recto encontraremos el Caserío de Gallegos y San Benito. Así fue, no pasaron mas de diez minutos y vemos la ermita del Santo y las ruinas del Caserío donde el tío José parece ser que un día volviendo de Samboal y estando un poco “empapado” de un vino que mareaba un poco, se enredo con una zarza que atrapo su chaqueta y presa del miedo por la noche cerrada en la que caminaba, susurraba beodo por lo bajinis….suéltame que como me de la vuelta te arreo, suéltame por todos los santos que te “buendios” no se lo que hago… Así estuvo hasta que la luz del día, le permitió girar la cabeza y cerciorarse que la zarza sin moras era la secuestradora del tío José.
Ya en el Casero Gallegos y con sesión de fotos, vemos el paraje de zona recreativa, con el pequeño escenario que tienen para el tercer fin de semana de Septiembre celebrar los pueblos del Carracillo una gran fiesta. Samboal parece ser que no entro en este envite por que cuando San Benito se acerco, le negaron el pan y quedo de esta manera excluido de tal festejo y encuentro.
Descartamos seguir hasta Pinarejos, aunque no quedan más de un par de kilómetros, por que Edu, nos empieza hablar de la Casqueria que ofrecen en un bar de Chatun. Encaramos así la carretera asfaltada que une Mudrian con Chatun, dejando Gomezsarracin a la derecha y en un suspiro llegamos a Chatun.
Sote conocedora del local por que su padre Eulogio, “El Manco” que fue guarda forestal de la zona, tiene bien conocido los bares con aperitivo del entorno. Así una de Morro, una de Mondejo y un cuarto de tortilla que dimos cuenta en el bar de Iván que así es como se llama el sitio.
Allí un lugareños con chaqueta bien presentado se me acerca y me pregunta si salgo en la tele….Como tengo respuesta preparada, salir, salir todavía no he conseguido salir por la tele. Se me puede ver, pero no tengo el poder de traspasar el cristal. El hombre en si, era de Chatun, pero quien le acompañaba era un hombre de Remondo que con mas de cuarenta años viviendo en Bilbao y trabajando en telecomunicaciones, respondía al nombre de José Mari. Educado, y con buenas maneras me hablo de su trabajo en Bilbao y su origen segoviano.
Seguimos dando cuenta de lo que nos ponían en la mesa y si la felicidad es algo, debe ser muy parecida a este momento que los cuatro estábamos pasando entre bocado y conversación. Que afortunados nos sentíamos por poder disfrutar de este momento.
habíamos llamado a Isabel para que viniera a buscarnos y disfrutar de este momento, Miriam estaba cansada de la caminata. Una mañana, casi perfecta rematada por todos los productos típicos del cerdo en el bar del Chatun.
Gracias Edu, gracias Sote, gracias Miriam por producir estas sensaciones tan difíciles de encontrar en otros sitios. Gracias Isabel por estar ahí.
jabier@lavisita.com
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias a ti Jabi. Ya sabes que para nosotros es un placer compartir contigo estos maravillosos momentos de tertulia-paseo. Y el final del camino, regado con un buen vino de la Ribera del Duero y aderezado con unas viandas de esta nuestra tierra, Segovia, es un lujo para todos los sentidos. Besos Eduardo y Sote

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