No soporto a la gente que se esconde en los anónimos en la red y por eso cada vez que alguien me pide amistad a través de feisbuk o el tuiter, y se esconde con una careta graciosa que no identifica sus señas, le doy puerta… “a la mierda” que diría el “genio” Fernán Gómez. Me da rabia, y me parece un poco cobarde.
Los sábados en mi casa, saben a croissant y eso que ahora con la dieta no puedo probarlos. Saben a croissant, por que la amona, desayuna con nosotros y trae del New York esos bollos que tan ricos están.
Con el ritual de familia organizada, desayunamos entre sorbo, comentario y llamada de atención.- Venga que no llegamos, si no te das prisa – Le digo a Greta. Y empujando, empujando, vamos desayunando. Yo mi zumito y mis 200gms de leche desnatada con tres rebanadas de pan. Ellas con el festín que desde New York ha traído la amona.
Hoy hemos desayunado a buen ritmo y nos dará tiempo a coger el funi de menos cuarto. En la subida, las crías me recuerdan a mi de pequeño, cuando quería ver y subirme al asiento, descubriendo el recorrido del “tranvía inclinado” Y mas la emoción, cuando veíamos que bajaba el otro a punto de conexión….¡Que nos chocamos!
El agua en la piscina de Artxanda esta mas fría que el de la Alhóndiga, donde acostumbramos a ir entre semana y Claudia, rechaza ese cambio de temperatura y opta por jugar con los manguitos. Greta en el curso, braza tras braza y… ¡Sin manguitos¡
Ver la cara de mis hijas con una sonrisa, vale mas que muchas de las satisfacciones que me dan cualquiera de los trabajos que con tanto cariño hago. Ríe, saltan y me piden que les haga cosquillas. Ese festín de carcajadas me carga las pilas, dejando la de litio a la altura de la Ría.
Llama mi padre para invitarnos a comer y aunque todo estaba preparado en casa, es difícil negarse, así que tras consultar con las criaturas que les apetece…optan por casa de Aitite y subir en autobús hasta Santutxu, ese barrio que tiene mucho de mi.
Una crema de verduras y un solomillo cubren el cupo de carne semanal que mi endocrino me ha permitido, pero relamiéndome los labios de los sabroso que me sabe, ahora que los escribo, me viene el sabor a la memoria.
La siesta es uno de los gustazos que pocas veces me puedo permitir, pero con mis padres al frente de las crías, es posible. Vuelvo a mi cama de niñez y adolescencia y siempre antes del sueño, me viene algún bonito recuerdo que ahora no me acuerdo.
La siesta me da tiempo a soñar y roncar, pero sobre todo de juntarme junto a las cosas que mas quiero. Aunque quizás, sea bueno decir que es mas amar que querer…
El cine, siempre es un buen plan para una tarde-noche de sábado con lluvia en Bilbao y hablando de niñez y adolescencia, la cartelera estrena El Oso Yogui en 3D y hasta allí nos vamos, al Parque de Jelistone que esta en Zubiarte. Y aunque un poco cara la entrada 10€ todo sea por inculcar a mis hijas, la pasion por el cine. Claro si te encuentras con un pequeño caos que hoy tenían en la entrada y andas apurado por que nos había costado casi dos horas llegar desde Santutxu a Zubiarte por una manifestación en Bilbao de “noseque” el nervio asoma, pero no sale…
Si mis hijas, se lo pasan bien, a mi la película me gusta y esta me ha gustado.
El tranvía, me sigue pareciendo una gozada para hacer de turista por una ciudad que adoro y quiero. Así en él, volvemos hasta casa, donde la mesa preparada, nos recibe con ganas.
Una de las cosas que hago nada mas llegar a casa, es ponerme el pijama, pero hoy ese placer no he podido disfrutarle, ya que tenia en Larruzz la fiesta de Max Leither que celebra su cumpleaños y quiere que le haga de pinchadiscos…allá que me voy
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