jueves, abril 28, 2011

Desde Alcazaren a Simancas por el camino de la palabra…uuufff que a misa suena.

Nunca me ha costado demasiado madrugar, aunque sea en vacaciones y días de fiesta. Y el Jueves Santo que en otras épocas recuerdo eran auténticos días de “luto” ya que por Samboal donde me encuentros estos días con la familia se cerraba desde los bares y discotecas, que en apocas estivales nos permitían el desenfreno con mucha pasión. En Semana Santa la pasión, se vivía con mas penitencia que otra cosa y al caminar durante esta salida que nos ha llevado desde Alcazaren hasta SImancas hemos hecho la penitencia de disfrutar con pasión de todo lo que nos ha rodeado…el paisaje con sus campos recién sembrados, los olores que desprende castilla es llana expresión, los sonidos que nos acompañan, los caminos y sus vericuetos, pero sobre todo…y como las ultimas caminatas las he disfrutado solo…sobre todo hoy…ha sido la compañía; mi amigo Edu, con el que tantas correrías hemos hecho de chicos, jóvenes y algo mas que jóvenes, Sote su mujer, que no ha perdido ese espíritu hippie que la hace singular, e plural, Victor, el hijo de ambos que con  diez años, me ha dado una lección de constancia, tenacidad y el poso que sus padres han depositado en él para que cada paso que camina, sea ese poso, que ahora repito. Y Miriam, una “peguera” que es como se las conoce a las chicas de Navas de Oro, localidad próxima a Samboal que con su amena conversación y inquietud continua, me han hecho disfrutar una barbaridad de cada uno de los momentos que hemos compartido.
Salíamos a las ocho de la mañana de Samboal en dos coches para dejar uno de ellos, el de Miriam, en La Santa Espina, localidad Vallisoletana donde acabaran ellos una de las etapas del Camino de Santiago que van hacer estos días. Un servidor, solo hará esta que une Alcazaren con Simancas. En el otro coche, Edu, Sote y Victor van abriendo camino y sin tras su estela llegamos con mucha calma a un curioso local, que con el mas antiguo estilo de los Teleclub donde las poblaciones rurales, se juntaban para ver la televisión disfrutamos de un café, que sin en un principio no teníamos muchas ganas, ya que lo que queríamos era andar, una vez puesto y metidos en faena, nos supo a gloria. Me llamo la atención un de los interruptores que antaño, cada vez que en casa de mis abuelos, había que encender la luz, se decía.- Da la llave para que veamos. Y como esta que esta en la foto, eran, las “llaves” interruptores que teníamos por Samboal.
Una vez de aparcar bien el coche de Miriam y todos en el coche de Eduardo, nos vamos hasta Alcazaren, que con Sol pero amenaza de tormenta al fondo, nos recibe con mas ganas que un niño del recreo. Listos y todos preparados con la distribución de provisiones que Sote había realizado, nos pusimos en camino.
Alcazaren dispone de albergue para peregrinos, pero estaba cerrado y solo de manera anecdótica queríamos pasar por allí, así que ala….al lió.
Eduardo y yo nos zambullimos en plena conversación y con un paso un poco mas rápido, nos adelantamos unos metros. Al poco una libre, nos llama la atención por un sembrado y su rapidez me sorprende…que pasada, fue casi visto y no visto.
Hasta la siguiente población, Valdestillas, nos quedan uno dieciséis kilómetros, que aun a pesar de llevar veraneando en Segovia toda mi vida, me siguen sorprendiendo sus olores, sus caminos y el paisaje que lleno de pinares y sembrados de trigales, todavía verdes, me encanta.  Que mas podía pedir…..bueno si. La presencia Victor el hijo de Sote y Eduardo, me hacen sentir una sana envidia e imaginarme dentro de unos años paseando por lugares como estos con mis hijas e Isabel.
La conversación va tocando, como el camino, temas profundos como la arena de algunos caminos que nos exige algo mas de esfuerzo para avanzar y superficiales como los que siguen la rodada de sitios muy transitados. Pero una gozada, cada paso que avanzábamos.
Habíamos dejado atrás a Sote, Miriam y Victor, pero con l excusa de esperarles, hicimos un avituallamiento, que es una palabra que siempre que recordara a bicicletas y pedales, para llevar al gaznate unos frutos secos que sienta a “Gloria”  ( Umerto Tozzí, verano del …..que mas da el año) Estamos en la gloria, que también es como por esta tierras, se le conoce a un hueco que bajo el suelo de las casas se deja hueco para hacer las veces de calefacción, llenado de leña y piñotes. Pues con ese regusto en el cuerpo y el sol de espaldas, fuimos haciendo fotos y disfrutando del día. Los diferentes ritmos, cada momento, nos hacen estar unas veces todos juntos, otras veces con Sote. Con Miriam que algo tiene en el pie, que sin fastidiarla el camino, la incordia un poco.
Llegamos a un rió que por las instrucciones de Sote, ( Sote, es el nombre de la Virgen de la Soterraña, que esta en una localidad próxima a Segovia capital) es el rió Adaja donde nos parece un buen lugar para comer e hincarle el diente a los bocatas que Sote nos había preparado. Riquísimos, oye, muy ricos,  una tortilla de Jamón y queso que con regusto y ganas con los pies colgando sobre el rió Adaja disfrute como un enano…¿de donde vendrá esa expresión? Bueno otro día lo miro… De postre una manzana de esas que mi padre Chencho compra y me saben tan sabrosas, me reconstituyo para seguir la ruta.
Nos llamaron la atención unos que junto al camino había en la tierra y esas cosas que permiten el paso tranquilo, nos remitieron ver un lagarto de mas de tres palmos de largo, verde botella y con forma de cocodrilo. Lastima que Victor se perdiera la escena y aunque intentamos repetirla no fue posible, aunque uno metros más allá, volveríamos a ver otro lagarto más pequeño.
EL camino, esta lleno de esas pequeñas cosas que le hacen muy grande y al llegar a Valdestillas y preguntar a los lugareños por una fuente, nos encontramos con una Iglesia que con dos cigüeñas en sus torres jugueteaban con el viento y “surfeaban” encima de nosotros.
EL agua con sed, esta muy rica y bebimos y hablamos y callamos y… llego Teresa, una mujer de ochenta y dos años que pasito a pasito abrió la gran iglesia. El desparpajo y lo extravertida que es Sote no hizo entablar conversación con Teresa que nos contó algunas cosillas, nos abrió la iglesia y nos dijo que las fiestas son el quince de mayo.
Caminábamos a buen ritmo pero teníamos ganas de seguir y con el tiempo imprescindible para ojear Valdestillas  saber que era un asentamiento donde había madera y muchas astillas, de ahí s nombre, seguimos rumbo a Puente Duero.
Es curioso, por que el camino, no llevo varias veces al asfalto y caminar por el galipo, no nos agradaba a ninguno…queríamos tierra, queríamos campo, camino, camino y cuando dejamos la carretera y cogimos el camino, nos sentíamos mas caminantes, mas peregrinos, ya que lo que estábamos haciendo, era la primera etapa de la provincia de Valladolid del Camino de Santiago.
Atravesamos las Vías del AVE con quien a un contraste de velocidades, nos cruzamos y por caminos de gamas cromáticas de tierra y arena que van desde el gris al marrón, fuimos dejando nuestras huellas y pisadas.
En una bajadita y con casas a los lados casi todas muy parecidas llegamos. Habíamos ganado unos metros a Sote, Miriam y Victor y el otro bocadillo que había hecho Sote para nosotros entro en acción. Bonito con Tomate y Pan integral… de lujo. Ni en los mejores restaurantes podrían ofrecernos este manjar que a la entrada de Puente Duero estábamos paladeando en cada bocado.
Aproveche para llamar a Isabel, que según lo pactado me recogerían en Simancas. Llevábamos mucho retraso por que la hora de salida se había demorado más de lo previsto y no quería importunar más de lo necesario a Isabel. Así que con la llamada y la tranquilidad que me trasmitió, me dejo bien.
Cuelgo el teléfono de Edu, ya que el mío con tanta foto y por tener conectado el GPS del móvil se ha quedado sin batería, cuando llegan los demás. Atravesamos todo el pueblo y junto al Puente que da nombre al pueblo y el rió Duero, se encuentra una casa de madera que hace las veces de Casa de Peregrino que bien equipada y con la amabilidad de Arturo, que es la persona que esta a su cargo, nos ofrece todo tipo de comida, bebida  menesteres propios de un peregrino. Se encuentra Lis, una joven china de Pekín que esta haciendo el camino de Santiago en bicicleta desde Madrid. Esta viviendo en Almería y sin perder la sonrisa en todo momento nos alegra el rato que estuvimos allí.
Seguimos la ruta, por que el ruido de truenos y las primeras gotas que hacen acto de presencia la hace a Edu ponerse un poco impaciente. En el fondo creo que esta mas impaciente por mí y mis hijas que sabe, me está esperando en SImancas, pero intento trasmitirle tranquilidad. Para colmo, el bastón de Victor, no aparece y tenemos que volver un kilómetro hacia atrás para ver si esta en el lugar donde hemos comido la meriendo. Efectivamente….allí estaba y Edu con la capa puesta tiene más aspecto de peregrino. Es curioso por que nos conocemos desde críos y este paseo, nos hace sincerarnos y hablar de cosas que un simple baño en la piscina no permite zambullirnos en profundidades a veces necesarias.
Tenemos al soberbio y grandioso rió Duero a nuestro lado, Sote, Víctor y Miriam van por delante, la lluvia con su calabobos, no moja tímidamente, pero nada parece importarnos por que el disfrute que tenemos, es similar o mayor que cuando chavales sentíamos al acudir a las fiestas de cualquier pueblo próximo. Me viene a la cabeza unas fiestas de Mudrian cuando con Alvaro, nos pusimos a cantar canciones de misa en el bar de la plaza….muchas carcajadas, que aunque en este camino se trasforman  en risas y no llegan  carcajadas, nos divierten mas. Gracias Edu, por lo que me has hecho disfrutar…gracias Sote, gracias Victor, Gracias Miriam y como no a mis hijas e Isabel que me ha permitido hacerlo.
Puede sonar a despedida y a créditos finales de película, pero todavía no…
Gran parte del camino entre Puente Duero y Simancas, lo hicimos los chicos y ver la entereza el dinamismo y la conversación que Victor con diez años ofrecía, me hacían darme cuenta de la responsabilidad que como padre tengo y que según inculque a mis hijas determinados valores, así “caminaran” por la vida. Sentía envidia y responsabilidad, de la que hablando con Edu, nos salía la frase de ojala que estemos a la altura que nuestros hijos merece.
Y con Miriam y Sote al fondo y en una vista mojada, sin foto, pero muy bonito descubrimos Simancas, que con un puente estrecho y tan largo como el ancho del grandioso Duero que atravesaba nos inundaba el cuerpo de satisfacción y alegría.
Habíamos quedado con Isabel y las niñas en la oficina de turismo que se encuentra junto al Castillo-Archivo tan conocido de Simancas y en una gran terraza de un bar junto al puente preguntamos. Las indicaciones fueron claras, pero los vericuetos y la complejidad de Simancas, no hizo perdernos más de una vez. En ese momento descargo una tormenta y lo que no habíamos hecho en los más de treinta kilómetros de camino que era empaparnos con agua de lluvia, tres tontos minutos y una mala orientación nos calaron.
El reencuentro con la familia, siempre es placentero, pero mas cuando con ella revives los pasos que has caminado guante la jornada. Gracias a todos, gracias.

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