No recuerdo el tiempo había pasado desde que conocí a Fernando Ortega, pero fue gracias a la mediación de Luis Ángel Álvarez. Por entonces me acerque a su estudio de Rekalde y pude disfrutar del buen hacer de una persona apasionada por su trabajo. Vivía y se dedicaba profesionalmente a la escultura, a las formas realizadas en cerámica. Tenía una sensibilidad extraordinaria y las piezas que realizaba poseían mucho cariño, mucha ternura pese que a veces representaba fornidos trabajadores o pelotaris en plena acción.
Hoy después de mucho tiempo, he vuelto a coincidir con él y aunque el tiempo no le ha cambiado, un Ictus y una operación le han dejado tocado. Habla con dificultad, pero no pierde la sonrisa y aunque la parte izquierda de su cuerpo esta vaga, él no pierde la vitalidad y sigue creando con más ternura y cariño que antes. Solo que ahora lo hace con una sola mano, su mano izquierda. Fernando tiene meritos por todo lo que ha realizado hasta ahora, pero sobre todo lo que decreto en su obra, es sinceridad, autenticidad, entusiasmo y deseo.
Quizás sus piezas nunca lleguen ni al Guggenheim, ni al del Parque, pero me queda claro que ese no es el destino de sus piezas. Sus obras, por tamaño, precio, entrega y ejecución están creadas para el museo que todos tenemos en nuestras casas.
Estará hasta el 29 de febrero en la Sala de Exposiciones de LaBolsa en el casco viejo bilbaíno. Luego sigue la tournée por San Ignacio y Txurdinaga.
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jueves, febrero 16, 2012
Fernando Ortega expone en LaBolsa casco viejo Bilbao
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